sábado, 30 de abril de 2016

Plasmodium falciparum

Es un protozoo parásito, una de las especies del genéro Plasmodium  que causa malaria en humanos. Se transmite mediante mosquitos Anopheles. Se pueden observar diferentes fases evolutivas, en el mosquito Anopheles, en el interior de los hepatocito y en el interior de los glóbulos rojos del hospeador humano. P. falciparum transmite la forma más peligrosa de malaria con los índices más altos de complicaciones y mortalidad, productor del 80% de todas las infecciones de malaria y 90% de las muertes por la enfermedad. Su prevalencia predomina en el África subsahariana, más que en otras áreas del mundo. Es el único capaz de producir malaria cerebral. Causa la muerte por coma y anemia. Invade cualquier tipo de eritrocitos y produce el paludismo terciario maligno. Es frecuente la coinfección por VIH.

 

EpidemiologíaEl paludismo se observa en la mayor parte de las regiones tropicales y subtropicales, especialmente en el África subsahariana. P. falciparum predomina en África, Nueva Guinea y Haití. Existen cada vez más problemas de resistencia farmacológica del parásito y de resistencia de los vectores a los insecticidas. La enfermedad por P. falciparum resistente a cloroquina aparece en muchas zonas tropicales de ambos hemisferios. La malaria está íntimamente ligada a la pobreza, siendo a la vez causa y consecuencia de ella. En países con transmisión intensa y permamente, la lucha contra esta enfermedad puede llegar a significar hasta el 40% del presupuesto destinado a salud públicaLa malaria deteriora constantemente, aunque de modo lento, la vitalidad de una comunidad. En los niños produce defectos congénitos y de desarrollo y trastornos de la nutrición, facilita otros procesos infecciosos y retrasa su desarrollo mental, lo que impide la asistencia a la escuela y el desarrollo educativo y cultural de la población. Los adultos con paludismo crónico son poco productivos e incapaces de ganarse un salario o de cultivar la tierra. En los países endémicos no hay un solo aspecto de la vida que no esté afectado directa o indirectamente por esta enfermedad, que supone una importante carga para el desarrollo económico y social. La epidemiología del paludismo es compleja y puede presentar variaciones considerables incluso en zonas geográficas relativamente pequeñas. En muy pocos países se ha podido erradicar la malaria y por el contrario en otros se ha observado un recrudecimiento en los últimos años. 


EtiologíaLa forma más severa de malaria (malaria trópica) está causada por el patógeno Plasmodium falciparum. En el ciclo posterior asexual de este agente en los seres humanos, todos los esquizontes de las células del hígado se convertirsen en células maduras, que contienen los llamados merozoitos. Después de la destrucción de las células hepáticas, estos merozoitos se liberan y entran en la sangre, donde infectan los glóbulos rojos. (eritrocitos).

La superficie de las células sanguíneas infectadas muestra un cambio característico, de cuya existencia son probablemente responsables anticuerpos contra el agente causal de la malaria. Las propiedades superficiales modificadas hacen que células sanguíneas en la superficie de los vasos sanguíneos finos (llamados capilares) queden adheridas y los cierren, con lo que la zona que depende de estos capilares contiene muy poco oxígeno. Una complicación relacionada con estos cambios es la infección del paludismo cerebral que puede conducir a un estado de coma.
DiagnósticoLas cuatro formas de paludismo humano pueden ser tan semejantes respecto a sus síntomas que es prácticamente imposible diferenciarlas por especie si no se hacen estudios de laboratorio. Además, el patrón febril de los primeros días de la infección se asemeja al que se observa en las etapas incipientes de otras enfermedades víricas, bacterianas o parasitarias.
La confirmación del diagnóstico se hace por la demostración de los parásitos del paludismo en frotis de sangre y engota gruesa. Pueden ser necesarios los estudios microscópicos repetidos cada 12 a 24 horas, por la variación del número de parásitos en sangre periférica, sobre todo en la infección por P. falciparum. Incluso, a veces, no se puede demostrar la presencia de parásitos en los frotis de pacientes que han sido tratados en fecha reciente o que están bajo tratamiento.
Existen métodos de diagnóstico muy sensibles como las técnicas de amplificación de ácidos nucleicos (PCR) o mediante la detección de antígenos circulantes del plasmodio (tests rápidos de inmunocromatografía, útiles sobre todo para el paludismo por P. falciparum). Los anticuerpos, demostrables por inmunofluorescencia u otras técnicas, pueden aparecer después de la primera semana de infección y persistir durante años por lo que pueden indicar sólo una infección previa y, por lo tanto, no son útiles para el diagnóstico de la enfermedad actual.
TratamientoEl tratamiento de las personas infectadas de malaria es indispensable para evitar que actúen como fuente de infección para los mosquitos y de esta forma interrumpir la cadena epidemiológica. En las zonas endémicas es de especial importancia, además del tratamiento, tomar medidas para evitar que los mosquitos piquen a los enfermos (mosquiteros, repelentes, etcétera). Cuando un paciente que reside o procede de una zona palúdica tiene fiebre, es necesario preparar y estudiar una gota gruesa y un frotis de sangre teñidos con Giemsa para confirmar el diagnóstico e identificar la especie del parásito.
Los pacientes con paludismo grave y los que no pueden tomar medicación por vía oral deben recibir tratamiento antipalúdico por vía parenteral. Cuando existen dudas acerca de la posible resistencia del parásito infectante, se debe administrar quinina o quinidina. Actualmente se recomiendan las terapias combinadas con artemisina (TCA). Los derivados de la artemisina son los antimaláricos más potentes y con menos efectos adversos que existen en la actualidad. Su eficacia aumenta al combinarlos con otros fármacos, con lo cual se disminuye, además, la aparición de resistencias al tratamiento.
ProfilaxisEntre los medios disponibles para prevenir y combatir la malaria destacan:
  • Los mosquiteros tratados con insecticidas de larga duración (sobre todo con piretroides).
  • El rociamiento de interiores con insecticidas de acción residual.
  • El tratamiento combinado con artemisininas (TCA).
  • El tratamiento preventivo intermitente durante el embarazo (TPI).

María Pavón Jiménez



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